Dicen que las utopías no son tales si pensamos en ellas, que sólo por el hecho de materializarlas en nuestra mente adquieren el trozo de realidad que les corresponde. Puede que sea verdad o puede que no, pero lo cierto es que sólo por el hecho de atreverse a soñar y a llevar a cabo ese sueño todo ser humano merece un respeto añadido al de existir.
Uno de estos "seres extraños" decidió hace poco abrir una librería de segunda mano y compra venta en... ¡Castellón!. Una ciudad donde el tejido de la pequeña empresa ha desaparecido prácticamente, donde el "Se Alquila", "Se Vende" es un mosaico a modo de gota que mancha prácticamente la mayor parte de las fachadas de este "pueblo con pretensiones" con vistas al mar.
Por no hablar del mundo de la cultura "no subvencionada", de ese mundo empresarial que se consume poco a poco en el olvido de la ignorancia. Pues cual islote en un mar de tiburones hambrientos de cualquier tipo de iniciativa que no provenga de los márgenes establecidos, del "como dios manda, del "como debe ser", ha crecido un punto y aparte volcánico, relleno de olor a papel, a pastas envejecidas, a tebeos, a viejos tomos de sabiduria de microndas y de alta cocina, de pret a porter de blanco sobre negro y alta costura letrera.
Un tal Vicente Pizcueta y su pasión ha hecho de esta ciudad con pretensiones de pueblo un lugar un poco más interesante y de un menor gramaje de mediocridad. Gracias por ser extraño.
Ps. Lo último que he encontrado "Pauses" del fotógrafo Edouard Boubat. Gracias.